domingo, 25 de febrero de 2007

Los libertarians de la Cope

Los libertarians de la Cope consideran una agresión liberticida que la ministra Salgado prohiba los anuncios de una deplorable marca de comida rápida que se había meado en los acuerdos con el Gobierno para combatir la obesidad. Estos esclavos de la socialdemocracia, que quieren ser Espartaco para liberar la economía de la herencia de ese maricón elitista de Keynes, exigen la satisfacción inmediata y pasiva de su concupiscencia. Son herméticos a las verdades trascendentes, infértiles a la razón negativa; son animales porque su capacidad de representaciones lingüísticas se ha atrofiado y apenas pueden balbucear algún insulto desde las alturas. Viven de liberar con sus estómagos la hipertrofia productiva del capitalismo tardío y se refocilan en su servidumbre mientras apelan a la libertad de engullir hamburguesas hasta que sus arterias se colapsen.

domingo, 11 de febrero de 2007

Vindicación de Kevin Carter

Kevin Carter se redimió al desenmascararnos como espectadores inmorales. La indignación de quienes censuran que el fotógrafo no dulcificara la muerte de la niña es una pose grotesca. Los contertulios no toleran que alguien les insinúe su verdadera condición situándoles en los ojos de un carroñero, aunque luego perpetren obscenas exhumaciones para remilitarizar a los muertos de la contienda fratricida.

Creemos escapar a la gravedad de la conciencia proyectando en el cuerpo del fotógrafo nuestra propia apatía. Fustiguemos a Kevin Carter para no tener que fustigarnos a nosotros mismos: el calculado aspaviento calmará esa molesta reverberación que íntimamente nos delata y proporcionará a los periodistas otra coartada para seguir succionando la racionalidad de la audiencia.

Pero el desenlace fue prometéico. No es una deshonra aprovechar esa posibilidad que la naturaleza nos ofrece para compensarnos por los horrores de la vida; sólo el hombre puede recurrir al suicidio. Observo el pellejo acartonado de la niña sudanesa y Kevin Carter se redime de nuevo.

martes, 6 de febrero de 2007

Inauguración

Hoy enciendo esta humilde cerilla. Debo prescindir de la humanidad de la caligrafía, de la expresividad de mi pulso dubitativo, pero seré transparente. Me propongo ejercitar la prosa, descubrir metáforas, desarrollar ideas. Estas líneas son una declaración y quieren ser una imagen. Os bastarán para intuirme.